Funcionamiento de la ozonización en los sistemas de humidificación
¿Cómo funcionan los sistemas de humidificación?
En los sistemas tradicionales de humidificación, el aire fresco exterior se mezcla con el aire recirculado entrando en el sistema de impulsión.
Después de pasar por los filtros, el aire será calentado o enfriado en la sección siguiente. Finalmente pasa por un proceso de humidificación, que suele aplicarse con mayor frecuencia en los meses fríos en los cuales el calentamiento del aire exterior produce un descenso de la humedad relativa.
En la sección del humidificador, pequeñas partículas de agua entran en contacto con el aire de entrada. El agua sobrante queda recogida en el tanque de reserva del humidificador y una bomba de recirculación vuelve a llevar el agua a las unidades de dispersión.
En el tanque de agua y en muchas partes periféricas de la instalación se produce un efecto de condensación lo que genera unas excelentes condiciones para la superviviencia y proliferación de los microorganismos. La presencia de oxígeno, agua, y una temperatura normal provoca un fuerte crecimiento microbiano, cuya nutrición proviene de partículas orgánicas que están mezcladas en el aire de entrada.
Por otra parte, el crecimiento de algas en los tanques de almacenamiento de agua puede provocar problemas mecánicos, como la obstrucción de los difusores de agua por la presencia de algas y fangos. Pero mucho más importante es la posibilidad de la difusión de los microorganismos patógenos a través del edificio. Una de las bacterias que suelen aparecer en estos sistemas es la Legionella pneumophila, causante de la llamada “enfermedad del legionario».
Al igual que el crecimiento de bacterias, los sistemas de humidificación pueden ser invadidos por otro tipo de microorganismos, tanto aerobios como anaerobios.
Ozonización del agua de los sistemas de humidificación
Con este sistema se pretende lograr la desinfección total del agua de abastecimiento del sistema de humidificación. Esta agua, debido a su estancamiento y temperatura, es el principal responsable de la difusión de microorganismos a través del aire climatizado y de su presencia en los ambientes de trabajo.
Para llevar a cabo esta desinfección es necesario tener en cuenta los siguientes factores:
- Cantidad de ozono aplicada al agua.
- Tiempo de contacto del agua y ozono
- Residual de ozono a la salida del reactor.
El proceso de ozonización del agua de los sistemas de humidificación es sencillo. Se tomar agua de la base del humidificador mediante una bomba de aspiración. Dicha bomba impulsa el agua hasta un sistema de mezclado en donde el ozono producido por un generador se pone en contacto con el agua a tratar mezclándose con ella.
La cantidad de ozono inyectada en el agua dependerá del caudal a tratar y de la contaminación existente en el sistema, procurando en todos los casos una concentración de ozono en el punto de mezclado del orden de 0,8 a 1 mgO3 / l.
Del sistema de mezclado, el agua ozonizada pasa a un tanque de reacción donde se consigue un tiempo de contacto suficiente para la eliminación de todo microorganismo y materia orgánica. Es importante resaltar que a la salida del tanque de reacción la concentración de ozono residual en el agua no debe superar los 0,1 mg O3 /l.
El tanque de reacción está dotado de un venteo para la eliminación del ozono residual en estado gaseoso. Este residual de ozono puede ser eliminado mediante un destructor térmico o bien ser reinyectado al conducto de climatización.
Este sistema se puede aplicar a intervalos o de modo continuo según el tamaño de la instalación y el grado de contaminación existente en el humidificador.
El resultado de la aplicación de ozono en el agua de los humidificadores, no sólo produce una eliminación de las algas y de los fangos verdes, sino que el número de colonias contables se reduce a tales extremos que incluso el agua podría tener la calificación analítica de potabilidad.
Aplicación del ozono en los conductos de climatización
En el interior de los conductos de climatización es habitual que se produzca una rápida reproducción de bacterias debido a las condiciones de humedad y temperatura que se dan en ellos, especialmente en aquellos sistemas que no trabajan de forma continua. El problema es especialmente grave en los sistemas que no trabajan de forma continua porque cuando estos sistemas se ponen en marcha por la mañana o después de un fin de semana, todas las bacterias que se han reproducido, se mezclan en mayor concentración con el flujo del aire y se distribuyen en los conductos de climatización, saliendo a los espacios habitados.
La mayoría de las veces, los conductos de climatización son un inevitable foco de suciedad, proveniente tanto del aire exterior como del aire de recirculación. Los filtros tradicionales no son suficientes para evitar que se acumule suciedad en los conductos y los microorganismos, encontrando unas condiciones inmejorables para su desarrollo dada la cantidad de materia orgánica que se acumula, se reproducen y son arrastrados mediante la corriente de aire de impulsión. De ahí que es frecuente que el aire inyectado por los sistemas de climatización provoquen en muchas ocasiones enfermedades a las personas que se encuentran en el local climatizado.
El ozono aplicado en el conducto de impulsión a la salida de la máquina climatizadora asegura la desinfección de los conductos en todo momento y de manera continuada ya que ataca la raíz del problema: los microbios y la materia orgánica de que se alimentan.
Existen varias maneras de aplicar ozono en los conductos de climatización, dependiendo de los requerimientos de los locales a tratar.
Si se requiere únicamente la desinfección de los conductos de climatización, será interesante que la cantidad de ozono a generar sea suficiente para que la concentración en tales conductos sea alta, pero la mayor parte del ozono se gaste en estos conductos, sin que salga apenas ozono al local.
El ozono y el síndrome de edificio enfermo
Hoy en día, la mayoría de edificios comerciales y de oficinas poseen sistemas de regulación de aire. Dichos sistemas pretenden que las personas que en ellos habitan puedan trabajar y vivir bajo las mejores condiciones en el edificio. En la mayoría de los casos, estas instalaciones no sólo realizan un control de la temperatura ambiente, sino que se procura mantener una humedad relativa del orden del 45-65%, con el fin de combatir una excesiva sequedad del aire. Los sistemas de humidificación del aire deben ser controlados cuidadosamente para asegurar unas condiciones de máxima higiene.
En la práctica en la mayoría de los casos, los sistemas de humidificación del aire en los edificios han sido la principal causa del llamado SÍNDROME DEL EDIFICIO ENFERMO.
Las primeras manifestaciones de este síndrome, estuvieron ligadas a la aparición de la famosa “enfermedad del legionario”. En 1.968, más de 100 personas se vieron afectadas por esta enfermedad en un departamenteo gubernamental de Pontiac, en los EE.UU. Posteriormente murieron 30 asistentes a una conferencia de la Legión Américana en Filadelfia, y en nuestro país apareció un brote súbitamente en un hotel de Benidorm donde murieron varios turistas.
Los primeros estudios tendían a buscar las causas de lo ocurrido en enfermedades tropicales, o a inmunodeficiencias de las víctimas, pero poco a poco esta enfermedad se vio ligada a ciertos factores que hacían bastante clara su procedencia: una bacteria desconocida hasta entonces que se reproducia con gran facilidad en los sistemas de aire acondicionado.
Hoy en día, a pesar de que muchos expertos son conscientes de que un aire acondicionado en mal estado es el causante de ciertas enfermedades indefinidas (alegias, fiebres, jaquecas, etc.), algunas de ellas muy serias, existe cierta reticencia a acusar a los sistemas de aire acondicionado como origen de tales males.
Lo cierto es que la temperatura constante en estos sistemas es idónea para la reproducción de ciertos microorganismos que se adhieren a los conductos. Por otra parte, los sistemas de dispersión favorecen la distribución, y además las vibraciones producidas por las frecuentes paradas y puestas en marcha de los equipos, hacen que se liberen los microorganismos siendo arrastrados hasta las oficinas donde son inhalados por las personas que allí se encuentran.