El ozono es fundamental para la vida en la Tierra; grandes cantidades de él flotan a gran altura, en las capas superiores de la atmósfera, permitiendo que nosotros podamos vivir en la superficie sin quedar achicharrados por los rayos ultravioleta del sol. La simple amenaza de que el ozono pudiera un día llegar a escasear allá arriba es lo que hizo que una parte importante de la comunidad científica mundial comenzase a preocuparse por la posibilidad de un cambio climático brusco en el planeta.
Pero esta es tan sólo una de las muchas propiedades beneficiosas del ozono. Actualmente, gracias a que podemos fabricarlo fácilmente en cantidades industriales, cada vez se le está dando un mayor tipo de usos distintos.
Uno de ellos es el de substituirlo por el cloro en las piscinas. El ozono, al igual que el cloro y sus derivados, es altamente desinfectante. Pero proporciona muchas ventajas frente a éste. Es unos centenares de veces más rápido desinfectando y es necesario entre treinta y sesenta veces menos cantidad para conseguirlo, por ejemplo. Solo el fluor es más oxidante. Al contrario que el cloro, que nos recuerda a la lejía por su fuerte olor, el ozono, en contacto con el agua, es inodoro e insípido. El cloro, mal manipulado, es peligroso por su toxicidad, el ozono, en cambio, no produce residuos, ni deja rastro, desaparece en aproximadamente una hora tras entrar en contacto con el agua, transformandose en oxígeno. Impide la formación de colonias de algas, y elimina virus, bacterias y hongos.
El cambio de un sistema a otro es sencillo; la instalación de un generador de ozono no requiere de reformas en tu piscina; básicamente el proceso consiste en calcular los metros cúbicos de agua que contiene el vaso de baño, el tipo de uso que se le da, cuantas personas y con que frecuencia la usáis, las características del entorno en el que se encuentra, si es exterior o interior, a qué temperaturas acostumbra a mantenerse el agua, decidir cuál es el tratamiento más acertado, y colocar el generador de ozono en el punto adecuado del circuito de tuberías, intercalándolo con el paso del agua, de modo que sea efectivo a la hora de inyectar el gas. El excedente de cloro que contenga el agua en ese momento, se irá diluyendo poco a poco, sin más. Además, no requiere de engorrosos y delicados esfuerzos de mantenimiento.
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